Cada una de nosotras, las mujeres que habitamos este planeta Tierra, para mi es considerada una flor. Flor hermosa de delicada textura, agradable aroma y vibrante color. Y estamos aca, en este gran jardin, para conectarnos con nuestra verdadera escencia. Asi, aprovecho para compartir un poema exquisito del Maestro de Maestros, Osho. Dejemos las divisiones a un lado e integremos nuestro ser, alma, mente y corazon en uno solo. Eso si, cada uno en su lugar que le corresponde, que tu mente siempre este al servicio de ti y no tu de ella, y que tu corazon sea quien te guie siempre en la luz o en las tinieblas. Seamos uno con la Totalidad del universo, sin fragmentaciones,
como un Todo.
Flores y espinas...
Soy uno con todas las cosas.
como un Todo.
Flores y espinas...
Soy uno con todas las cosas.
En belleza, en fealdad,
para todo lo que sea, ahí estoy.
No sólo en la virtud,
también en el pecado soy un compañero,
y no sólo el cielo, también el infierno es mío.
Buda, Jesus, Lao Tsé, es fácil ser su heredero,
pero ¿Genghis, Taimur y Hitler?
¡Ellos también están dentro de mí!
No, no la mitad. ¡Soy la totalidad de la humanidad!
Todo lo que sea del hombre es mío:
flores y espinas,
la oscuridad tanto como la luz.
Y si el néctar es mío, ¿de quién es el veneno?
Néctar y veneno: ambos son míos.
A quien quiera que experimente esto yo lo llamo religioso,
porque sólo la angustia de tal experiencia
puede revolucionar la vida sobre la tierra.
Osho
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